domingo, 15 de mayo de 2011

Get Back

Mi habitación es un museo pobre de The Beatles. En mis paredes cuelgan de unas
puntillas que compré en la ferreteria de Don José, dos cuadros de la agrupación: uno de
John Lennon y un reloj de Yellow Submarine. Siempre que me voy a la cama a dormir
lo hago con música, cuando no suena Camilo Sesto o Raul Santi suena The Beatles.
Desde que me estaba cambiando la voz y me empezaba a salir pelo por axila y bajo
vientre mi banda favorita ha sido la de los cuatro fabulosos.

Ver a Paul McCartney en vivo fue un sueño que siempre vi muy lejano y que gracias a
Jehová o Yavé o Luzbell o Belcebú o quién sabe a quién, pero gracias a quién mueva el
universo hoy lo puedo contar como anécdota.

Eran las 6 de la tarde y algunos minutos del 9 de Mayo de 2011, había hecho la fila
desde las 2:30 pm mientras escuchaba radio rock peruana, me había sentado en el piso,
me había parado, había mirado y había cerrado los ojos, había conversado con una
señora de unos 55 años que le caí en gracia y me regaló unos confites; sabían horrible,
hasta pensé que me habían echado burundanga.

Hasta que por fin estaba de primero y listo para entrar pero el policía en la entrada me quita la batería de la cámara, yo le digo que por favor se compadezca de este débil ser, que voy desde Colombia y que sería
frustrante volver sin una sola foto. El sujeto me dice, siga y espéreme antes de ingresar
a la tribuna, lo hice y en un par de minutos llegó, dijo sígame y se fue al baño.

Sí, lo mismo que se imaginan me imaginé yo, aquí me dieron por las tapas!, no quería dejar
de ser virgen de ese sector por una batería de cámara, pero siquiera no fue así, sólo me
pidió un “cariñito” como el mismo lo llamó y con el sigilo propio de una escena de
película de suspenso, le pasé un par de dólares y desapareció.

Fui a la tribuna, busqué mi silla, la 45/24 -lo debería hacer en chance a propósito- y aún
faltaban 3 horas para el show, la pasé pensando la forma de meterme a Red Carpet,
pensaba que ya que la corrupción me había buscado, porque no proponer yo ahora el
negocio, busque al policía para decirle que la suma que le dí se multiplicaría si me metía
a la mejor boleta, pero no lo vi mas.

Los minutos pasaban muy lento, mucha gente llegaba, mucha gente comía, yo no,
poca gente fumaba, yo si, el estadio por completo se llenó, el ambiente era festivo y la
ansiedad recorría mi cuerpazo, de la cabeza con caspa al dedo gordo de uña negra del
pie.

Después de una hora de oír remezclas de The Beatles y ver fotografías en las pantallas,
todo se silenció, eran las 9:32 pm y apareció en la tarima el autor de Yesterday, se me
encharcaron los ojos mientras movía mi mano saludándolo, estaba viendo a Paul Mc
Cartney, se había salido de los cuadros de mis paredes y empezaba a cantar Hello,
Goodbye.

Después vino Jet, All My Loving, su “Viva Perrrrú Carrrajo” que grité como si Perú
fuera mi patria y Chemo del Solar mi ídolo y en sincronía perfecta, con un sonido
impresionante y un montaje de escenario, luces y pantallas contundente seguíamos
siendo testigos los 47.750 presentes de las creaciones de unos de los compositores más
destacados de la era moderna, pasando por algunas de The Beatles como Drive My
Car y I’ve Just Seen a Face y otras de Wings como Let It Go y Let Em’In, hasta que de
nuevo me hizo berriar, cuando terminó de tocar And I Love Her y arrancó Blackbird.

Miré al cielo y sentí que Lennon nos miraba cuando Paul dijo que tocaría una canción
que escribió para un amigo, John y cantó Here Today, pero Jesús cayó por tercera vez
unos minutos después cuando McCartney se montó encima el ukelele y homenajeó a
otro amigo que ya no está, George Harrison, otra vez me hiciste chillar Paul, la tercera.

Mientras casi todo el Monumental de Lima se limpiaba las lágrimas después de
Something, volvimos a Wings con la hermosa Band On The Run y luego, se dejó venir
la última hora del concierto cargada casi completamente con Covers de The Beatles
como Ob-la-di Ob-la-da, I’ve Got a Feeling, Paperback Writer, una combinación
mágica de A Day In The Life con Give Peace a Chance de Lennon y una magnifica
Live And Let Die de Wings que prendió el estadio con juegos pirotécnicos.

Nunca olvidaré la noche en la que vi Let It Be o Yesterday tocadas por Sir Paul
McCartney tan cerca como la boleta de Occidente me lo permitió, nunca olvidaré todo
un estadio coreando el “nananana” de Hey Jude y nunca olvidaré el peruano que estaba
una fila atrás de mí y que no fue capaz de tomarme una foto buena, donde se viera
McCartney en la pantalla y mi jeta en primer plano, no está esa foto, pero Paul, estuve
ahí